¿Y si somos frutas?

Os voy a contar mi conclusión vespertina. Estaba yo hace un rato comiendo algo de fruta y me he dado cuenta de que siempre hablamos de la semejanza entre humanos y animales, pero, ¿y las frutas? Yo creo que cada uno de nosotros es como una pieza de fruta. No es tontería.

Cada pieza crece cerca de aquellas que se le parecen y maduran casi al mismo tiempo que los de alrededor. Algunas se quedan por el camino y otras, simplemente, no maduran. Las piezas que están a menor altura son más fáciles de alcanzar, pero las más valiosas son las que más cuesta atrapar.

También están las que parecen buenas por su aspecto, pero que en su interior están podridas, o las que al contrario tiene mal aspecto pero luego son increíbles. Hay algunas que vienen con defecto. Las que no se nutren. Las sobrealimentadas. Hay frutas con pecas, con piel lisa, con piel rugosa, más grandes, más pequeñas.

Todas las piezas acabarán cayendo en algún momento, y después de estas vendrán otros tantas parecidos. Algunas de ellas serán significativas, porque darán lugar a futuras piecitas de fruta que repetirán el mismo (o parecido) proceso.

Y, sin embargo, solo unas pocas tendrán la suerte de que el destino les lleve lejos y de conocer otras realidades, con esos grupos de frutas de otros colores, distinta forma, más pecas, menos, más grandes o menores. Y dependiendo del árbol en que hayan nacido, muchas no sobrevivirán porque puede que para ellas nunca llegue la primavera, quizás sí en un futuro, pero no a ellas. Pensadlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuarenta minutos en el tren

El boom del Ébola

Por qué no llamarnos como cosas