Por qué no llamarnos como cosas

Hoy vengo con una reflexión acerca de los nombres, los nombres personales. Porque, desde hace siglos, existen unas palabras a las que llamamos "nombres" y sirven para designar personas, pero creo que el hecho de que no se puedan inventar nombres nuevos nos hace caer en la monotonía y el aburrimiento. Y mi pregunta es, ¿por qué no pueden adoptar las personas nombres de palabras? Porque creo, de verdad, que hay palabras del castellano que serían perfectas para llamar así a las personas. Porque sí. Porque suenan bien. La primera que me vino a la cabeza fue “avellana”. Imaginadlo:

+Hola, ¿cómo te llamas?
-Avellana Urbizu.
+Oh! Hola Avellana, ¡qué nombre tan bonito!

¡Es que es bonito! Tengo más nombres. Aceituna. Aceituna… Suena bien, suena suave. A ver, a mí no me gustan las aceitunas, y pude que no os guste en absoluto la palabra “aceituna” para ponérsela como nombre a vuestro hijo, y que penséis que soy una tarada, pero es que realmente suena bien. También me gusta Berenjena (aunque sería mejor si se escribiese con V), Panadera, Nogaleta (no existe, pero me gusta) o Mermelada. Sí, mermelada me gusta. No porque me encante la mermelada, sino porque me parece que la propia palabra tiene hasta musicalidad. Bueno, os podría aburrir con muchos más nombres, pero es suficiente. También tengo algunos para hombre como Aguacate o Calzoncillo, pero prefiero terminar hablando sobre los nombres de perro.

No tengo perro. Pero me encantan. Seguramente cuando me emancipe tenga uno. Me debato entre los Bóxer y los Galgos. Los Bóxer me gustan por lo estilizados que son y por su tono de pelaje, pero seguramente me decante por la segunda opción, los Galgos. Porque a los pobres se los cargan (y no digo “los matan”, porque lo que hacen es cargárselos) cuando ya no sirven para ganar carreras o no cazan, así que seguramente adopte un Galgo. Un macho. Los nombres son los siguientes. Primero están los de humano como Bruno, Ignacio o Lucas. Y luego tenemos los que provienen de palabras, que son Cola-Cao, Starlux y (no os asustéis, a mí me gusta) Ñordo. Sí, Ñordo suena bien. Nunca le pondré ese nombre a mi perro, aunque si lo hiciese estoy segura de que el perro vendría hacia mí corriendo, feliz y moviendo la cola cada vez que le gritase:


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