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Mostrando entradas de junio, 2013

El cortejo humano-salvaje

Sábado. 2:00am. Discoteca. Música fuerte. Gente. Mucha gente. Alcohol. Borrachos. Baile. Más baile. Centro discoteca. Chica baila. Alta. Rubia. Delgada. Guapa. Barra. Chico. Cara bobo. Fuerte. Hinchado. Todo hormonas. Soberbio. Pide copa. Mira chica. Ríe. Habla amigo. Señala.  Ríe. Comenta. Ríe. Bebe. Bebe. Bebe. Bebe. Ríe. Bebe. Bebe. Habla amigo. Bebe. Deja copa. Anda. Mira chica. Mira amigo. Mira chica. Anda. Anda. Saluda chica. ‹‹Hola››. Amigas chica miran. Cara asco. Miran amiga. Chica sonríe chico. Amigas cara rara. Amigas bailan. Chico baila. Chica baila. Amigas huyen. Pareja baila. No hablan. Bailan. Bailan. Bailan. Bailan. Chico arrima. Agarra cintura. Se pega. Bailan. Bailan. Bailan. Chico acecha. Invita copa. Barra. Chico pregunta nombre. Chica responde. Pregunta nombre. Chico repode. Sonríen. Esperan. Esperan. Esperan. No hablan. Esperan. Pide copa. Bebe él. Bebe ella. Beben. Beben. Beben. Esquina discoteca. Bailan. Bailan. Posan copa. Bailan. Agarran. Arriman. Arr

Por qué no llamarnos como cosas

Hoy vengo con una reflexión acerca de los nombres, los nombres personales. Porque, desde hace siglos, existen unas palabras a las que llamamos "nombres" y sirven para designar personas, pero creo que el hecho de que no se puedan inventar nombres nuevos nos hace caer en la monotonía y el aburrimiento. Y mi pregunta es, ¿por qué no pueden adoptar las personas nombres de palabras? Porque creo, de verdad, que hay palabras del castellano que serían perfectas para llamar así a las personas. Porque sí. Porque suenan bien. La primera que me vino a la cabeza fue “avellana”. Imaginadlo: +Hola, ¿cómo te llamas? -Avellana Urbizu. +Oh! Hola Avellana, ¡qué nombre tan bonito! ¡Es que es bonito! Tengo más nombres. Aceituna. Aceituna… Suena bien, suena suave. A ver, a mí no me gustan las aceitunas, y pude que no os guste en absoluto la palabra “aceituna” para ponérsela como nombre a vuestro hijo, y que penséis que soy una tarada, pero es que realmente suena bien. También m

¿Y si somos frutas?

Os voy a contar mi conclusión vespertina. Estaba yo hace un rato comiendo algo de fruta y me he dado cuenta de que siempre hablamos de la semejanza entre humanos y animales, pero, ¿y las frutas? Yo creo que cada uno de nosotros es como una pieza de fruta. No es tontería. Cada pieza crece cerca de aquellas que se le parecen y maduran casi al mismo tiempo que los de alrededor. Algunas se quedan por el camino y otras, simplemente, no maduran . Las piezas que están a menor altura son más fáciles de alcanzar, pero las más valiosas son las que más cuesta atrapar. También están las que parecen buenas por su aspecto, pero que en su interior están podridas, o las que al contrario tiene mal aspecto pero luego son increíbles. Hay algunas que vienen con defecto. Las que no se nutren. Las sobrealimentadas. Hay frutas con pecas, con piel lisa, con piel rugosa, más grandes, más pequeñas. Todas las piezas acabarán cayendo en algún momento, y después de estas vendrán otros tantas parecidos. Algun